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Imágenes, anécdotas y un poco de historia para elegir un pueblo donde ir

domingo, 20 de junio de 2010

Cortines, partido de Luján, provincia de Buenos Aires



Cortines (por ser palabra grave terminada en 's' no lleva tilde, pero por provenir del apellido Cortínez suele ponérsele la tilde) o Cortínez es un encantador pueblo del partido de Luján, provincia de Buenos Aires, que está a unos 84 kilómetros al oeste de la Ciudad de Buenos Aires. Desde ella se accede fácilmente, yendo por Av. General Paz hasta el Acceso Oeste, siguiendo por él en dirección a Luján y sin bajar a ese pueblo, continuando unos 7 kilómetros hasta el cartel que indica girar a la izquierda, se entra en Cortines. El tiempo de viaje es de, aproximadamente, una hora y quince minutos.

Fue fundado el 23 de mayo de 1888. El pueblo surgió con la llegada del "Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico" que tuvo su primer servicio el 23 de marzo de 1888. Esta red se nacionalizó en 1948, durante la presidencia de Juan Domingo Perón, y pasó a ser parte de la nueva compañía estatal Ferrocarril General San Martín que, en la actualidad, presta servicio directo entre Retiro, en la Ciudad de Buenos Aires, y la zona oeste del país, llegando a Mendoza y San Juan, pasando por las provincias de Buenos Aires, Santa Fé, Córdoba y San Luis. El paso del ferrocarril impulsó la edificación de la estación de Cortines, en terrenos cedidos por Domingo Amestoy, con el fin de transportar los cereales y la leche producidos en la zona. El paso del tren, con una estación y trabajo por realizar, estimuló la llegada de pobladores a la zona, que hoy en día son aproximadamente unos 1.500.

Actualmente el ramal que pertenece a la empresa privada Ferrobaires, presta servicio para los pasajeros, sin tener parada programada en la estación de Cortines, salvo que el conductor del convoy aviste pasajeros en la estación o que alguno que esté viajando solicite que el tren se detenga para poder bajar.



A la izquierda, al fondo, se ve la estación de Cortines, que como dijéramos, tanto tiene que ver con la existencia de este hermoso y apacible pueblo.



Contraluz, del paso a nivel de las vías del ferrocarril, en Cortines. Por ese paso a nivel cruza el ómnibus que llega al pueblo.

Transitan trenes de carga, en ambos sentidos, de la empresa América Latina Logística, sin detenerse en Cortines.

La localidad de Cortínez fue nominada de esa manera en homenaje a Segundo Santiago Cortínez, conocido como Santiago Cortínez, un notable jurisconsulto y excelente economista, que nació en San Juan en 1831 y murió en Buenos Aires en 1886. Fue Juez, Diputado Nacional y colaboró en las presidencias de Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda y Julio Argentino Roca.



En cualquier época del año resulta atractivo visitar este pequeño pueblo bonaerense, pero ofrece especialmente en otoño, un cálido matiz de colores de los frondosos árboles que coronan al Boulevard Dr. Muñiz. Sobre ambos costados del bulevar hay casas bajas, de ladrillos, con grandes ventanas y rejas, características del siglo XIX, en las que hoy se brindan servicios gastronómicos bajo la forma de “restaurantes de campo”.



También sobre este bulevar está la Escuela Nº 4, terminada el 20 de julio de 1947 y apadrinada por descendientes del Dr. Santiago Cortínez.



Vista parcial de la rotonda Malvinas Argentinas.
Sobre la calle de ingreso al Boulevard (a la izquierda en la foto) está ubicada la Iglesia del Santo Cristo, patrono del lugar, la cual se fundó el 6 de septiembre de 1964 conjuntamente con la Sala de Primeros Auxilios. Y en ese mismo año se instalaron las Hermanas Hijas de la Misericordia de la Tercera Orden de San Francisco, que actualmente es Noviciado y Casa para Ancianos. A la izquierda y detrás de mí, que estoy sacando la foto, está el bulevar.

La actividad económica de este pueblo, durante el siglo XIX, fue la producción de cereales y leche pero, a partir de mediados del siglo pasado se produce un importante desarrollo en la zona debido a la industria textil. En particular, en Cortínez, en diciembre de 1947 inicia sus actividades la fábrica “Fabril Linera” (propiedad de Don Julio Steverlinck) y una Hilandería de fibras de lino y estopa. En la actualidad quedan únicamente telares particulares.

En el año 1974 se instala una planta industrial de cerámicos, Cerámica Cortines, ubicada sobre la Ruta Nacional 7.

A comienzos del año 2000, la empresa de gaseosas Pritty S.A. instaló en la localidad una planta de envasado.



Viejo almacén de ramos generales, sobre el Boulevard Dr. Muñiz. Nótense la antigüedad y resistencia de las puertas de madera, los ladrillos a la vista, probablemente de la época de la fundación de pueblo, y las rejas de hierro forjado hechas por un herrero.



En el medio de la fotografía se puede ver un viejo frontón para la práctica de la pelota a paleta, deporte practicado con enorme frecuencia en casi todos los pueblos del interior de la provincia. Las pelotitas negras de duro caucho, reemplazaron a las de cuero, con las que aún se juega a la pelota vasca. La pelota a paleta es un juego de origen vasco que, debido a la fuerte corriente inmigratoria de la vascongada, se transformó en un juego argentinizado, de amplísima popularidad. Las paletas Guastavino, que desconozco si se siguen fabricando, reemplazaron a las manos, con las que se jugaba pelota a mano, una variante de la pelota a paleta. Llegar a tener una Guastavino no era una cosa menor. Constituía todo un logro, sobre todo si estaba reforzada transversalmente con los característicos cilindros largos de hierro, que iban por dentro de la madera, de borde a borde, para evitar que se rompieran. Porque se rompían, aunque parezca una exageración. Tal es la violencia del juego.

Consideraciones especiales sobre el juego de la pelota a paleta.

El juego de "pelota a paleta" o "paleta" es una modalidad del juego de pelota vasca que hace referencia a dos especialidades diferentes: la "paleta-goma" y la "paleta-cuero". El segundo término de cada una de las dos expresiones hace referencia al material de la pelota. La paleta-goma, a su vez, se divide en dos modalidades: paleta con pelota de goma maciza y paleta con pelota de goma neumática. A esta última se le llama paleta argentina. El juego paleta con pelota de goma maciza emplea una pala de una sola pieza, de madera de haya, con un peso que oscila entre los 520 y 600 gramos. La pelota utilizada habitualmente pesa entre 65 y 67 gramos. Los frontones donde se juega suelen tener una longitud de 30 a 45 metros. Esta modalidad se practica sobre todo en España (Navarra, Comunidad Autónoma Vasca y La Rioja) y en el sur de Francia. No existen competiciones internacionales.

El juego de paleta con pelota de goma neumática es una forma de la pelota vasca originada en la Argentina, a comienzos del siglo XX, de práctica generalizada. Se caracteriza por utilizar una pala de madera llamada paleta, con forma de paleta vacuna, debido a que originalmente se utilizó como pala la paleta proveniente del vacuno.

Su invención se le atribuye unánimemente en la Argentina a Gabriel Martirén, el Sardina, un inmigrante de origen vasco francés, radicado inicialmente en Burzaco, donde instaló un tambo lechero y dio origen a la pelota a paleta en 1905, para mudarse luego a Diego de Alvear, provincia de Santa Fe. Martirén instaló "canchas" o frontones donde se practicó la pelota paleta con amplia difusión entre los gauchos que trabajaban en la lechería. Durante varios años en la Argentina se disputó la Copa Gabriel Martirén de pelota paleta, en memoria de quien es considerado su inventor.

En Irún se le ha atribuido la invención a Francisco Marticorena, un inmigrante de origen vasco, oriundo de Irún, quien se radicó en Buenos Aires, donde habría dado origen a la paleta en 1915.

Un familiar mío, lejano, llamado Basilio Balda, que murió hace muchos años, fue campeón argentino de pelota a paleta, allá por la década del '50.

Este interesante juego sirvió, como otros tantos deportes, para que los pelotaris (así se denomina a los jugadores de este deporte) tuvieran acceso a la comida, en épocas duras de la Argentina. Contaba mi padre que él se valió, en el sur de la provincia de Buenos Aires, de su habilidad y destreza en la pelota a paleta para ganarse el sustento, cuando no había trabajo. El viejo, a quien recuerdo con mucho cariño, muchas veces tenía que jugar con una mano atada a la paleta, porque si le pegaba con cualesquiera de las dos no tenía rival que le pudiera ganar. Inclusive, jugando con paleta, muchas veces sólo le permitían utilizar el revés de zurda, porque sólo así le ganaban, solamente de vez en cuando.

Afortunadamente, he visto jugar a mi viejo, a Basilio Balda y a dos de mis tíos maternos, partidos emocionantes, en el patio de la casa de uno de ellos, sin paleta y con la durísima pelotita negra. Con ello evitaban el temible paletazo de este juego, que más de una vez causó fracturas de cráneo, cuando durante el fragor del juego, le pegaban con la paleta en la cabeza a un adversario. Otros traumatismos óseos y musculares de diversos tipos y gravedad se podían producir durante los partidos. El viejo y los otros jugaban a mano limpia; era pelota a mano. Yo era muy pequeño y sólo recuerdo que, después de cada partido, quería imitarlos y me dolía tanto la mano cuando le pegaba a la pelotita, que desistía rápidamente de mi noble intento. ¡Cómo se emocionaban! ¡Cómo gritaban: "Deje, deje, es mía"! ¡Cómo disfrutaban sanamente! Qué generosa que fue la vida conmigo al permitirme ver tanto con tan poco. No jugaban ni por plata ni por el aperitivo, lo hacían por el placer de jugar. ¡Qué emocionante recuerdo! Ninguno de ellos imaginó nunca que sus tardes de domingo iban a aparecer escritas por mí. Es lo menos que puedo hacer para agradecerles lo mucho que me han dado.



Sobre el bulevar Dr. Muñiz, se encuentra esta antigua pulpería, llamada Tessone, que hoy es un restaurante que ofrece carnes asadas a la parrilla.



A la derecha de la rotonda Malvinas Argentinas, y sobre el bulevar, se encuentra este monumento realizado en homenaje a madres y jóvenes militantes de 1973. Ignoro los detalles por los que se merecieron el homenaje, pero no puedo pasar por alto la importancia que tiene que haber tenido para los habitantes de Cortines, dado que es el único monumento que he visto en el pueblo. En la foto que está abajo, se puede leer lo que dice la pequeña placa de mármol que se ve en esta foto.



Placa de mármol del monumento antes citado.



Detrás de mí, que estoy sacando la foto, se encuentran las vías del ferrocarril, a mi derecha y atrás, el paso a nivel. Este es el final del bulevar Dr. Muñiz, que debe tener unas cuatro cuadras de longitud, pero que atesora la riqueza de la historia de un pueblo, porque a su vera y cerca de la estación del ferrocarril, se fue habitando Cortines. Me motivó tomar esta fotografía el hermoso ejemplar de pino que se ve en primer plano. Sano, fuerte, añoso, de unos 40 metros de altura, sostenido por sus fuertes y profundas raíces, como los habitantes de este magnífico pueblo. A la derecha de la gran conífera, se encuentra el restaurante donde recalamos para disfrutar de la hospitalidad de sus dueños y empleados, y de su exquisita comida.



Fachada del restaurante Obayca, generoso en dimensiones, como sus dueños y personal en amabilidad.



Una foto más detallada del frente del restaurante Obayca.


Vista parcial del interior de Obayca. Ladrillos a la vista, de lo que pudo ser en el pasado un galpón de almacenaje de granos, hoy convertido en un espléndido lugar donde el sol que entra por sus ventanas, justamente puestas en su lugar, la decoración que no hace más que reconfortar totalmente al viajante, la ausencia de un tránsito automotor alienante que deja espacio para el diálogo y la saludable costumbre de pensar, y luego la exquisita comida, transforman este predio en un lugar preciado.
Los techos son de ladrillos cocidos, colocados tan cerca uno del otro que se tocan por los cuatro costados, sostenidos por fuertes vigas y travesaños, vistos desde adentro, claro.



Video en el que se ve lo que sucede, cuando aún es temprano para un almuerzo dominguero y la hora en la que comienzan a llegar aquellos que reservaron una mesa. La música que se escucha durante la película, es fruto de la inspiración que me produjo el haberla escuchado antes en Obayca.

sábado, 12 de junio de 2010

Capilla del Señor II

En esta oportunidad nos vamos a referir principalmente a la historia de Capilla del Señor, al Museo de Arte Sacro y a la Iglesia. A continuación transcribiré fragmentos de las explicaciones que nos brindó, amablemente, uno de los dueños del museo, que se dedica a tareas de restauración de obras de arte.




Museo de Arte Sacro "Amalia Sosa Palacio de Carol"


"Juan de Garay, fundador de la ciudad de Buenos Aires, repartió las tierras de la provincia de Buenos Aires casi al azar, como si se hubiese tratado de una lotería; al que le tocaba le tocaba. Estas tierras le tocaron a un señor que no tomó posesión de ellas. Hacia 1730, mucho después de que fueran adjudicadas, compra estas estancias Francisco Casco de Mendoza, antepasado del actor argentino del siglo XX Oscar Casco".

"Francisco Casco hace una estancia enorme pero, por supuesto, no había iglesia. La iglesia que quedaba más cerca era la de San Antonio de Areco, que si bien está próxima, no queda al lado. Entonces, para su devoción particular, fija un oratorio que era exactamente igual a este, que estaba en el mismo lugar donde ahora está la iglesia, o sea, a una cuadra, ya que nosotros estamos a cien metros de la parte posterior de la actual iglesia".

Réplica exacta de la Capilla del Señor (Francisco Casco de Mendoza), realizada gracias a la minuciosa investigación de los actuales dueños del Museo de Arte Sacro, y ubicada en el interior del mismo.













"Francisco Casco toma peones, se empieza a formar un pequeño caserío, y los peones también quieren practicar su fe y empiezan a ir a la capilla del señor. Probablemente provenga de ahí el nombre del pueblo".

"Esta capilla comenzó a resultar chica porque había comenzado a venir gente de esta estancia, que se había poblado más, y de los pueblos más cercanos; entonces resuelven allá por 1860, demolerla y construir la iglesia actual, que se inaugura en 1866".


Fachada de la actual iglesia de Capilla del Señor.
Asienta sobre el lugar que antes ocupaba la pequeña capilla que se puede ver en la imagen anterior. Está frente a la plaza principal del pueblo.




"Gracias a que a Juan Manuel de Rosas le gustaba mucho esta capilla en particular, no se sabe por qué motivo, la mandó a pintar, tal como se veía, por su pintor oficial que se llamaba Fernando García del Molino. Esa pintura existe en el Museo Histórico Nacional, que está en el Parque Lezama de la Ciudad de Buenos Aires. Gracias a ese cuadro, pudimos saber cómo era su apariencia, y sobre la base de textos existentes supimos cuál era su metraje y la reprodujimos tal cual era"

"Ustedes sabrán que en la Argentina hay muy pocos museos de arte religioso, no es como en Bolivia que está llena de ellos. En nuestro museo van a encontrar, quizá, una de las colecciones más amplias, que va desde el arte napolitano, lo más sublime en cuanto a arte religioso, pasando por lo creado por los aborígenes a quienes les habían enseñado los españoles, que sería el arte hispanoamericano, hasta objetos de devoción popular de principios del siglo XX"

"Muchos de los cuadros hispanoamericanos fueron traídos desde Bolivia. Otros fueron comprados en ferias americanas, donde vendían objetos de gran valor histórico, probablemente sin saberlo"

"Ustedes saben que los españoles cometieron errores durante la conquista de América. Un aspecto positivo, quizá, es el del arte. Si bien hay que valorar esa faceta de los españoles, hay que valorar también la respuesta de los aborígenes. Muy poca gente sabe que el aborígen no creó sus obras escultóricas sobre la base del copiado de pinturas o esculturas que trajeran los conquistadores ibéricos. Ellos trajeron grabados, es decir, láminas planas, desde las cuales los aborígenes saltaron a las tres dimensiones que tiene su escultura. Por ese salto cualitativo a la tridimensionalidad, desde la bidimensionalidad, tienen mucho mérito sus producciones. También es muy meritoria la inclusión, en la producción artística, de elementos que eran propios de su civilización. Muchos de los que hacen obras de arte en el mundo, nunca incluyen elementos de su propia cultura en ellas. Un ejemplo de la inclusión que realizaron los indios es lo que les muestro: se trata de una figura muy básica, muy primitiva, de escaso valor artístico, si ustedes quieren, que representa a San Juan Bautista. Pero por qué me detengo en ella. Porque en su base, quien la hizo, agregó figuras que representan aquello que él ve en su entorno, como ser llamas (camélidos que habitan principalmente en el noroeste de la Argentina y Bolivia), y seres humanos que pueden ser collas, tocando un instrumento musical. Se produjo una suerte de asimilación del Dios cristiano que se fusionó con sus propios dioses". A esto se le llama 'sincretismo'.




San Juan Bautista, hecho en latinoamérica.


Video que presenta gran cantidad de objetos del Museo de Arte Sacro. Tiene una duración de doce minutos, aproximadamente.





Plaza San Martín, de Capilla del Señor. Obelisco de unos siete metros de altura. Duración: menos de 30 segundos.





Iglesia Parroquial de Exaltación de la Cruz















Templo que data de 1866, obra de los arquitectos Hunt y Sherarder.

De estilo ecléctico, torre con reloj y campanario.

Los restos de dos capellanes irlandeses descansan en el atrio.

Posee una sola nave, dos sacristías, techo abovedado y coro alto.





























En su interior, el Altar Mayor remata en la Cruz Exaltada.















Vemos también el Púlpito, ya en desuso, y el Altar de la Pasión donde se exhibe una reliquia de la Santa Cruz.


















En esta fotografía quizá se puedan apreciar mejor las dos astillitas de madera que pertenecieron al madero de la Santa Cruz, en el que fue crucificado Jesucristo. Están a la altura de lo que fue el madero largo en su intersección con el madero corto.
















En este solar, en el siglo XVII, estaba la vivienda de Don Francisco Casco de Mendoza, que tenía un oratorio familiar que fue librado al culto público en 1735, lo que con los años fue dejando paso a la denominación del pueblo que se llama Capilla del Señor por haberse ido formando alrededor de la primitiva capilla.

A continuación podrán observar fotografías del interior de la iglesia de la Exaltación de la Cruz.











jueves, 10 de junio de 2010

Museo de Arte Sacro, Capilla del Señor, Provincia de Buenos Aires

Museo de Arte Sacro.

Hay muy pocos museos de arte sacro en la Argentina, los pocos que existen están en el norte de la república, principalmente en las provincias de Salta y Jujuy. Se pueden encontrar más en Bolivia, antes Alto Perú, y en Perú, donde tuvo gran influencia la religiosidad católica de la conquista hispana.

Encontrar uno en la provincia de Buenos Aires es todo un hallazgo, y que sea tan completo como el de Capilla del Señor, casi un milagro.

A continuación podrán ver un video con un resumen de las imágenes que brinda este notable emprendimiento, encarado por un argentino y un europeo, que les permitirán comenzar a ver todo lo que les voy a ir mostrando y explicando en los próximos días.

Les agradecemos, a los dueños del museo, todo lo que nos han enseñado y lo que nos han dejado ver y fotografiar.

Video que contiene un resumen de lo que hemos visto

domingo, 6 de junio de 2010

El bicho de las borlas

Estábamos en Campana, sentados en el pasto a orillas del río Paraná, durante un sereno atardecer, cuando uno de nosotros dijo: "¡Miren esto!". Los jóvenes, inmediatamente vieron de qué se trataba, mientras que los más veteranos, que no tenemos tan buena visión, tardamos en darnos cuenta de a qué se refería.

Se produjo un gran alboroto entre los que primero habían visto al animal porque comenzaron a emitir opiniones acerca de qué era. "Es un insecto", decía uno. "No, es un escorpión chico", decía otro. "¡Ojo que puede picar y ser venenoso! ¡Miren qué hermosos colores tornasolados que tiene!", dijo otra. "Yo leí en algún libro que los animales más atractivos suelen ser venenosos", añadió alguien. "Por las dudas, no lo toquen, ya que no sabemos qué es y qué puede hacernos", decía una veterana desde una distancia prudencial.

Otro protestaba porque quería tomar una buena fotografía del animalito y no tenía lente de aproximación ni macro en su cámara, y la fotografía tenía que ser tomada desde muy corta distancia. A sabiendas de que las fotografías no iban a ser nítidas, algunos intentaron hacer tomas de esa curiosidad que ya nos había atraído la atención durante un tiempo considerable. Una o dos fotografías, de todas las que habían tomado, eran rescatables. Pero la intriga de qué era eso que estábamos viendo continuaba.

"¡Tiene como unas borlas en las antenas!", se oyó. Otra destacó los hermosos colores tornasolados, que en la gama del verde lo hacían difícil de distinguir del pasto que lo rodeaba. Cuando escuchamos lo de las borlas, al principio, nos reímos, pero desconociendo de qué se trataba y cómo se llamaba, al pequeño le quedó: el bicho de las borlas.

Como somos muy cuidadosos del equilibrio ecológico, no solemos sacar de su lugar nada de lo que vemos, por lo tanto el bicho de las borlas continúa viviendo, probablemente, en las orillas del río Paraná. Sí nos agrada mirar con atención todo aquello que descubrimos. Así nos dimos cuenta de que el bicho de las borlas no se caracterizaba por su velocidad de desplazamiento. Era lento. Su desplazamiento le resultaba muy dificultoso sin ser gordo y pesado. Era largo y flaco, con patas articuladas muy finitas y largas. Su cuerpo estaba dotado de un color verde que lucía hermoso al ser acariciado por el sol del atardecer, que ya estaba preparándose para desaparecer hasta la mañana siguiente.

El bicho de las borlas no era agresivo, de haberlo sido nos hubiera picado. Caminaba entre los pastos con lentitud pero con fuerza. A él no lo amedrentaban las subidas ni las bajadas aun teniendo unos dos centímetros de largo, contando con tres pares de delgadas patas para sostenerse y afrontar las adversidades del terreno.

Que se trataba de un insecto, no cabía duda alguna por sus tres pares de patas, pero de qué insecto se trataba. No lo sabíamos. Sólo el nombre con el que lo habíamos bautizado, los recuerdos, alguna foto, y toda la curiosidad por descifrar el enigma nos acompañaban en el viaje de regreso.

Ya estoy en condiciones de presentarles al bicho de las borlas:



Hasta ahora sabemos que se trata de un escarabajo, pero ignoramos su nombre. Si alguien lo sabe puede escribirlo en uno de los comentarios y así ayudarnos a descifrar el enigma.

miércoles, 2 de junio de 2010

El perro rengo

Estábamos disfrutando de la visita al Museo Ricardo Güiraldes, de San Antonio de Areco. Hacía mucho frío y, en el campo, cuando hace frío hace frío. Pero no había ni una nube en el cielo, estaba soleado y el solcito invernal, lejano, chiquito, igual nos acariciaba con su tibieza.



Habíamos formado un pequeño grupo. Nos disponíamos a llegar caminando desde La Blanqueada hasta el Puente Viejo que está sobre el río Areco.



Faltaban unos doscientos metros para llegar cuando una de las integrantes del grupo, a la que le fascinan los animales, divisó a dos perros que estaban a unos ciento cincuenta metros. Dio la voz de alerta para que viéramos su descubrimiento, como si hubiese sido el marinero de Colón que divisó tierra. Así las cosas dirijimos nuestras miradas hacia esos dos amigos del hombre o lobos venidos a menos, como les dice un amigo. Uno estaba echado, durmiendo plácidamente y dejando que el sol le diera la tibieza que necesitaba para continuar su descanso. El otro nos vio y comenzó a moverse de una manera extraña, como si hubiese deseado venir a nuestro encuentro. Era un mestizo de algo con ovejero alemán. Como se acercaba lentamente y con mucha dificultad, dando muestras de que su propósito le demandaba un tremendo esfuerzo, comencé a prestarle atención únicamente a él.

Parecía no poder levantar el tren trasero, por lo cual arrastraba con sus patas delanteras todo el resto del cuerpo, que descansaba sobre sus posaderas. Intenté una explicación para tal fenómeno y lo primero que se me ocurrió fue que le podían haber dado un palazo en el lomo y que por eso estaba parapléjico (paralítico desde la cintura para abajo).

"¡Cuidado!", les dije a dos de los miembros del grupo que se acercaban alegremente al perro rengo, así llamado por desconocer absolutamente su nombre, "puede morder si lo acarician justo donde le duele". En realidad, no me hicieron mucho caso, por lo que clavé mi vista en el perro rengo, por cualquier tipo de reacción agresiva que pudiera tener.

Ya nos encontrábamos a unos veinte metros del perro rengo y le podíamos ver una expresión que no concordaba con la enorme dificultad que tenía para caminar. Pensé que se había acostumbrado a su desgracia, que igual podía disfrutar de su miserable vida y de una caricia humana, por haber perdonado aquel palazo trapero que quién sabe quién y por qué le habían dado.

Le veíamos los ojos y las fauces cada vez más de cerca. Los ojos brillaban y la boca la tenía abierta y sacaba su larga lengua de perro, dando señales curiosamente amistosas. Tenía su dentadura aparentemente completa y era dueño de unos dientes blancos, envidiables por lo sanos que estaban. Se trataba, indudablemente, de un perro joven. Más pena me daba, porque pensaba en lo feliz que habría sido de haber podido corretear por esos campos inconmensurables, sin nombre y sin dueño.

No obstante, la tensión del posible ataque del perro rengo iba en aumento. Quién sabía por qué rengueaba, si algo le dolía y dónde, qué podía llegar a hacer cuando estuviéramos más cerca.

La fanática de los animales, de todos ellos, le comenzó a hablar dulcemente, tal como es su costumbre y su forma natural de ser. Mi temor llegó al acmé porque estaba demasiado cerca y ya no tenía escapatoria si el perro la atacaba. Todos nos quedamos atónitos cuando el perro rengo, en un rápido y preciso movimiento, levantó su tren trasero y comenzó a caminar con sus cuatro patas, porque estaba absoluta y totalmente sano. En ese preciso momento, recordé el Martín Fierro, donde dice: "... no creas en lágrimas de mujer, ni en la renguera del perro..."

¡Sabias palabras, las de Don José Hernández!

En un segundo, el perro rengo había tirado por tierra todas mis paranoides elucubraciones, y me había demostrado que soy más gil que lo que creía. Me había comido su engaño igual que los niños comen un caramelo.

Debo aclarar que me ignoró totalmente, igual que al resto del grupo, salvo a las que jamás habían creído en su renguera o, mejor dicho, jamás les había importado que fuera rengo. Fue a las únicas a las que les hacía fiestas y les movía la cola como si fuera un ventilador. Ellas habían captado la esencia del perro rengo, intuitivamente, con esa captación inmediata de las esencias que tienen algunas personas y que es un don, que no deben obviar jamás. Eso las hace diferentes, en el mejor sentido de la palabra.