¡Bienvenidos!

Imágenes, anécdotas y un poco de historia para elegir un pueblo donde ir

sábado, 17 de julio de 2010

Villa Flandria

Dónde queda y cómo llegar.



Queda a unos 75 km al oeste de la Capital Federal. A quienes salen de la ciudad de Buenos Aires, les sugiero ir por Av. Figueroa Alcorta hasta La Pampa, cruzar el puente, ir por Av. Intendente Cantilo hasta General Paz, seguir hasta el Acceso Oeste e ir por ese acceso hasta donde se transforma en ruta 7. A pocos kilómetros está el desvío, a la izquierda, para entrar en Cortines. Aconsejo llegar a Villa Flandria entrando por Cortines, ya que es más fácil llegar a destino y el camino es agradable.



Villa Flandria está dentro del partido de Luján.

Hay una dificultad para comprender por qué Villa Flandria se llama así y no, como en épocas pasadas, Jáuregui. La explicación es sencilla, y es la que sigue: José María Jáuregui es una localidad y estación ferroviaria del Ferrocarril Sarmiento, ubicada en el partido de Luján, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Villa Flandria, está muy cerca de la estación Jáuregui y fue fundada por Don Julio Steverlynck. En los tiempos de auge de la Algodonera Flandria, que fue una gran fuente de trabajo del partido de Luján y alrededores, el nombre Villa Flandria absorbió, sin sustituirlo, al de Jáuregui. Al quebrar la algodonera, resurgió el nombre José María Jáuregui. Durante un tiempo fue inevitable que ambos nombres se utilizaran para referirse al, casi, mismo pueblo. Jáuregui y Villa Flandria se encuentran divididas por el Rio Lujan. Hoy, tiende a denominarse Jauregui a Villa Flandria Sur y Pueblo Nuevo a Villa Flandria Norte.

En realidad, nadie se puede perder, en las cercanías, si pregunta dónde queda Villa Flandria. Para la gente del lugar, Villa Flandria sigue siendo una consecuencia del tremendo empuje que le dio a toda la población y a la región la Algodonera fundada por Don Julio Steverlynck. A ese gran progreso los pobladores no lo olvidan y están muy orgullosos de vivir en su pequeño gran pueblo.

Después de estos comentarios, vamos a adentrarnos en las crónicas de la visita a ese pueblo, muy bien educado, de la provincia de Buenos Aires.

El 17 de julio de 2010, fuimos a Villa Flandria y tuvimos una experiencia inédita, sumamente agradable y totalmente vivificante. Decía un viejo profesor que los muros de prejuicios son más difíciles de derribar que los muros de ladrillos y cemento. Es cierto. Yo estaba atrapado por un muro prejucioso consistente en creer que jamás los empleados están conformes con sus empleadores, que entre ellos sólo es posible el conflicto, que los empleadores son los suficientemente egoístas como para ganarse la antipatía y el odio de los empleados, que los empleadores son lo suficientemente inhumanos, como para no pensar más que en enriquecerse hasta el hartazgo, sin darle al prójimo nada más que unas migajas de dinero para que puedan sobrevivir. Creía que los monumentos que se erigían en honor de los fundadores de un pueblo, sólo eran manifestaciones vacías de contenido. Daba por sentado que, sinceramente, nadie sentía gratitud ni piedad por su empleador. Todos esos prejuicios se me derrumbaron, como se cae un castillo de naipes, el 17 de julio a la tarde. Visitando Villa Flandria, todos los pobladores con los que hablé no hicieron otra cosa que confirmarme que, de verdad, sentían gratitud por el fundador de su pueblo, y empleador de casi todos los que lo habitaban.

Don Julio Steverlynck fundó Villa Flandria e hizo tanto por los habitantes de su pueblo, que aún hoy, muchos años después de su muerte, la gente del lugar lo recuerda con cariño y con respeto. A él y a su esposa, Doña María Alicia Gonnet de Steverlynck, a ambos, les están profundamente agradecidos.

Ustedes se estarán preguntando qué hizo ese señor para que la gente le esté tan reconocida. Les respondo: fundó el pueblo; se ocupó de instalar una industria textil próspera que, en su mejor momento de productividad y ventas, les dio trabajo a unas tres mil personas; fundó escuelas que se ocuparon de instruir a todos los habitantes del lugar; se ocupó de los aspectos recreativos de los pobladores y fundó clubes para diferentes actividades deportivas; procuró que todos tuvieran acceso a la salud pues pagando buenos sueldos es más fácil cuidar la salud y las dolencias ; trató de que no faltara un templo para el ejercicio de la fe católica. ¿Es poco? Me parece que no. Pero hay más. Lo cuento debajo de la fotografía del monumento que le erigió Villa Flandria en homenaje de él y de su esposa.

Don Julio Steverlynck, en consecuencia, vino de Europa, más precisamente de Bélgica; fundó un pueblo; organizó una industria textil que les dio a sus habitantes la posibilidad de trabajar para ganarse el pan de cada día, y procuro darles facilidades, pagando sueldos decentes, para que construyeran sus viviendas dignas; se propuso brindar educación para todos; atendió el importante aspecto de la fe del pueblo; se dedicó a planificar el ocio mediante los clubes recreativos fundados; brindó acceso a la salud; trabajó a la par de sus empleados; a los jefes y gerentes de Villa Flandria les construyó hermosas casas enfrente de la fábrica textil, como para que no tuvieran que viajar para llegar a su trabajo y, por fin, como todos, un día murió físicamente, pero no ha muerto del todo, porque el pueblo lo recuerda como si aún estuviera vivo. Lo llaman, afectuosamente, Don Julio.

Es difícil encontrar un patrón tan querido por todo un pueblo. Es difícil que una persona haga tanto por sus coterráneos, como Don Julio Steverlynck. Vino de Bélgica, como he dicho antes, sus antepasados se dedicaban a la industria textil y, cuando la Argentina decidió imponer fuertes impuestos a la importación de telas provenientes del exterior, vino a fundar una sucursal de la empresa matriz aquí.

Fíjense en las explicaciones de algunas enumeraciones precedentes, en las que siempre tuvo una gran participación Don Julio Steverlinck:

1) Parroquia San Luis Gonzaga
El 24 de agosto de 1930 quedó oficialmente inaugurada la capilla bautizada con el nombre del santo italiano San Luis Gonzaga. Para su construcción resultaron fundamentales los aportes de don Julio y del estanciero Alejandro Estrugamou. El vecino Francisco Santamaría, en tanto, realizó una incansable búsqueda de donaciones para la compra de la nueva edificación. Durante esos primeros años la capilla fue atendida por religiosos de la Basílica de Luján. El 1º de noviembre de 1936 el templo fue designado parroquia y fue recibido el sacerdote Miguel Inglés.

2) Círculo Católico de Obreros
El Circuito Católico de Obreros de Villa Flandria quedó inaugurado el 2 de febrero de 1946. Con el objetivo de construirse como una mutual que auspiciara la defensa de los intereses de los trabajadores, la nueva entidad tuvo como guía de referencia la denominada doctrina social de la Iglesia, plasmada en la encíclica Rerum Novarum. La misión de los Círculos que funcionaban en distintos puntos del país, radicaba en brindar bienestar al obrero en el campo de salud y recuperar su espíritu religioso. Aquí también estuvo presente la mano de Don Julio Steverlynck.

3) Colegio e Instituto Inmaculada Concepción
En 1961, Julio Steverlynck cedió terrenos para la puesta en funcionamiento de un establecimiento educativo bautizado inicialmente como Escuela-Hogar Inmaculada Concepción. Para ese entonces, el lugar había experimentado diversas modificaciones, tanto en su fisonomía como en su funcionalidad. Conocida como “La Pebeta” a fines del siglo XIX, la casona fue adquirida por Steverlynck y cambió su nombre por el de “El Chano”. Durante los primeros años de la Algodonera Flandria, fue habilitada para la venta de telas. A pesar de las múltiples transformaciones edilicias, todavía se conserva el aljibe original y algunas de las piezas ornamentales. El nuevo establecimiento de enseñanza mixta tuvo como primera maestra a María Inés Jiménez, quién se hizo cargo de un primer curso conformado por 30 alumnos. La dirección recayó en la religiosa María Rosa Jaurena, y todo lo concerniente al manejo pedagógico y administrativo quedo en manos de la congregación de monjas “De la Provincia Azul”, grupo que quejó ese lugar en 1980 y fue ocupado por la congregación “Esclava de la Inmaculada Niña”, con religiosa oriundas de México y España. Luego fue creado el jardín de infantes y en 1970 se habilitó el ciclo Secundario.

4) Colegio San Luis Gonzaga
Las primeras clases se dictaban en un salón divido por tabiques, anexo a la Algodonera Flandria. Ese nacimiento marcaría su futuro durante décadas. Fundado el 24de marzo de 1934 por impulso de Julio Steverlynck, el Colegio San Luis Gonzaga comenzó como una típica escuela rural. El paso de los años, sin embargo, convertiría a la institución en una verdadera preparatoria para los jóvenes trabajadores de la empresa textil. Su segunda sede, igual de transitoria que la anterior, fue entonces el salón-cine Flandria, donde funcionó hasta 1937, cuando se mudó a su domicilio actual.
Grupo Scout Nº1 “San Luis Gonzaga” de Jáuregui: El 19 de julio de 1951 quedó formalmente construida la Agrupación Scout “San Luis Gonzaga”. La semilla la había sembrado meses antes el maestro Godofredo Chávez, y brotó rápidamente en un grupo de alumnos que por entonces cursaba tercer grado en el Colegio “San Luis Gonzaga”. De esa forma nacía la tropa scout, y fue un paso superador en la organización de campamentos que por entonces ya hacia la escuela.

5) Club Náutico “El Timón”
El Club Náutico “El Timón” quedo inaugurado oficialmente el 5 de marzo de 1939. En terrenos cedidos por Julio Steverlynck, se levanto una estructura de hierro y chapa que sirvió para alojar las primeras embarcaciones. El crecimiento del Club fue paralelo al de Algodonera Flandria. Mientras ampliaba su capacidad edilicia, la institución crecía en número de socios, que en esa primera década eran exclusivamente vecinos de Jáuregui. Para acceder a sus servicios se pagaba una cuota de 1 peso en el caso de los hombres, y de 50 centavos para las mujeres. En 1947, el Club Náutico “El Timón” se afilió a la Asociación de Remeros Aficionados. Un año después llegaría un debut por demás exitoso. Una delegación local logro imponerse en una competencia realizada en el Río Paraná, a la altura de la ciudad de San Nicolás.

6) Club Social y deportivo Flandria
El Club Social y Deportivo Flandria está íntimamente ligado a la vida de la Algodonera Flandria. De hecho, antes de adoptar el apodo de “los Canarios”, se lo conocía simplemente como “El Equipo de la Fábrica”. Nació, creció y continúa siendo una institución básicamente dedicada al fútbol. Por sus colores, historia y algunas hazañas deportivas que atesora, en el pueblo despierta una autentica pasión que pasa de generación en generación. La fecha fundacional data del domingo 9 de febrero de 1941, cuando un grupo de vecinos se reunió en el salón Rerum Novarum para dar vida a una nueva entidad. Sin embargo, hacía varios años que la idea venia tomando forma entre los amantes de la redonda.

7) Rerum Novarum
La banda “Rerum Novarum” nació con 38 obreros de la Algodonera Flandria a los que Julio Steverlynck unió a través de la música. El debut, después de algunos ensayos en el galpón de la fábrica, quedó registrado el 25 de mayo de 1937. ese día acompañó con marchas el lento caminar de una procesión callejera. Figuran, entre sus primeras autoridades, Julio Steverlynck como presidente honorario, Eduardo Swinnen como presidente, Víctor del grosso como secretario y Pablo Kinderman como maestro.

8) Carrera de autitos a piolín
Desde hace 30 años -15 en forma consecutiva-, el último domingo de septiembre o el primero de octubre, en Jáuregui tiene lugar un acontecimiento único: la carrera de autitos a piolín. Se trata de un evento que reúne a la familia para conjugar lo lúdico con lo social, y en cierta manera, también lo deportivo, aunque no se trate de una competencia en el estricto sentido que encierra este término.

9) Círculo Criollo Martín Fierro
En 1954 Arnoldo Daniele ingresó a trabajar en Algodonera Flandria. Desde entonces su vida giró en torno de su familia, de esa fábrica y de su gran pasión: el tradicionalismo. Su vinculación con el Círculo Criollo “Martín Fierro” data de 1965, el mismo día que llegaron a Flandria los reyes de Bélgica, Balduino y Fabiola, junto con el presidente Arturo Illia y su esposa. Arnoldo se vistió de gaucho, ayudó a servir el asado a los ilustres visitantes, y desde esa fecha, durante dos décadas formó parte de la institución.

¿Qué más se le puede pedir a una persona como Don Julio Steverlynck? Creo que ahora está esclarecido el por qué lo recuerdan en Villa Flandria con admiración y respeto.



Plaza "Virgen Niña" en Villa Flandria o más precisamente en Pueblo Nuevo, es decir, al norte del río Luján.



Otra perspectiva de la plaza "Virgen Niña" de Villa Flandria.



Monumento erigido por el pueblo, en Plaza Flandria, en homenaje a Don Julio Steverlynck y a su esposa, Doña María Alicia Gonnet de Steverlynck.



Detalle del monumento a Don Julio Steverlynck, en el que figuran su fecha de nacimiento (4 de octubre de 1895) y de defunción (28 de noviembre de 1975)

Biografía de Don Julio Steverlynck

Don Julio Steverlynck (Jules Steverlynck, tal era su nombre de cuna, en el idioma de origen) nació en Courtrai, Bélgica el 4 de octubre de 1895. Fue un notable empresario argentino que en 1926 fundó la empresa textil Algodonera Flandria. Se destacó, entre otras cosas, por haber introducido en la Argentina los avances que ya se producían en Europa en el área de la seguridad social. Sus empleados tenían: vacaciones pagas, aguinaldo y premios por producción.

Algodonera Flandria
La firma Stablissements Steverlynck (Establecimientos Steverlynck) fue fundada en Bélgica, en 1880, por Adolf Steverlynck. A comienzos de la década de 1920, la empresa exportaba telas hacia la Argentina desde sus fábricas de Bélgica. En 1923, el gobierno argentino da el primer impulso de lo que hoy conocemos como industrialización sustitutiva, cuya consecuencia fue el arancelamiento de los tejidos importados y el favorecimiento de la introducción de maquinarias. Fue entonces cuando la empresa belga decide abrir una filial en nuestro país. Como era habitual por aquellos días, los Steverlynck eligieron a uno de sus hijos, Jules, para que se ocupara de esa ardua tarea. En 1924 Julio Steverlynck, junto con su socio argentino Braceras, fundan en la localidad bonaerense de Valentín Alsina, partido de Lanús, la empresa Algodonera Sudamericana Flandria S.A.

En 1928, Don Julio Steverlynck decide trasladar la fábrica al pequeño pueblo rural de Jáuregui, donde había comprado un molino a orillas del Río Luján.

La empresa se expandió rápidamente: en 1938 se añade una tintorería y en 1939 una hilandería de algodón. En 1941, Don Juilio Steverlynck funda Lineras Bonaerenses S.A., empresa dedicada a los tejidos de lino y en 1947 funda Fabril Lineras S.A., que era una hilandería y fábrica textil, dedicada a hacer tejidos de fibras naturales mezcladas con fibras sintéticas.

Junto con la expansión de la actividad industrial, Don Julio Steverlynck funda dos pueblos en las adyacencias de las fábricas: Villa Flandria Sur (1931) y Villa Flandria Norte (1934).

En 1937, Don Julio Steverlynck, organiza una banda de música para el pueblo a la que llamó Rerum Novarum.

El 5 de noviembre de 1965, Don Julio Steverlynck fue el anfitrión del rey Balduino de Bélgica y de su esposa la reina Fabiola Mora y Aragón, como así también del presidente argentino Arturo Umberto Illia, a quienes recibió en el pueblo de Jáuregui.

El final de la algodonera
En 1975, Don Julio Steverlynck muere y, en 1989, la firma entra en convocatoria de acreedores, para cerrar definitivamente en 1995. El grupo empresarial que fundara Adolf Steverlynck en 1880 y al que perteneciera Algodonera Flandria, continúa en el mercado como una empresa transnacional llamada Hose Solutions Inc.

En 2001 las instalaciones abandonadas de la algodonera fundada por Don Julio Steverlynck fueron compradas por la empresa Algoselan y fueron reconvertidas en el Parque Industrial Villa Flandria en donde funcionan ocho nuevas fábricas.



Esta fotografía no necesita explicación, está todo escrito y bien visible.



Al lado de la placa recordatoria de Don Julio Steverlynck, que está en el monumento, se encuentra la de su esposa, Doña María Alicia Gonnet de Steverlynck.



En el monumento de Plaza Flandria, en uno de sus lados, se encuentra esta placa que recuerda la encíclica Rerum Novarum.



En primer plano, el nombre de la plaza y en segundo plano el monumento al matrimonio Steverlynck.



Puerta de entrada de la casa y campo de la familia Steverlynck.



Entrada, de la casa de la familia fundadora del pueblo.



Casa de los caseros de la familia.



Enfrente de Santa Elena, se está construyendo un hermoso barrio, con chalets, con ladrillos a la vista y techos con tejas de color pizarra, como la que se ve en la foto.



Desde la entrada a Santa Elena, hasta donde llega la arboleda de la derecha, se extiende una de las mitades del frente del campo de la familia Steverlynck.



Parque y casa de la familia.



Vista parcial de la casa de los Steverlynck.



Otra vista parcial de la misma casa.



Vista de la entrada principal de la casa.



Desde el frente de la casa, se ve este hermosísimo parque arbolado.



Capilla de la familia.



Puerta de entrada a la capilla.



Caballerizas.



Pavo real, atravesando con prisa el camino, dentro del parque de la familia.



En esta fotografía, del parque de los Steverlynck, si la cámara con la que saqué la foto tuviera más poder de resolución, se podrían ver los ciervos de los que son dueños los actuales hijos.



Naranjos, al costado de un caminito interno del gran parque aledaño a la casa de la familia.



Loros que hacían un gran barullo y que nos llamaron, por eso, la atención. No pudimos hacer menos que sacarles una fotografía, pero no por ello se calmaron, continuaron con su diálogo a los gritos.



Puentecito de entrada al Caminito de la Flandria.



Arboleda y arroyo del Caminito de la Flandria, silencioso y atrapante. Una vez iniciada la marcha, no es fácil dejar de transitarlo, hasta llegar al final.



Fotografía parecida a la anterior. Tanta vegetación, tanto silencio, tanto espacio, resultan francamente seductores.



Vista del arroyito, desde un puente que, muy probablemente, mandó a construir Don Julio Steverlynck.



Vista del río Luján, escondiéndose entre los árboles.



Con cierta dificultad, se puede apreciar el río Luján, zigzagueando entre los árboles.



Puente que hizo construir Don Julio Steverlynck, sobre el río Luján. Al final del mismo, se entra en el club El Timón, también obra de Don Julio.



Este es el actual Parque Industrial Villa Flandria. Aquí, antes de que quebrara la algodonera fundada por Don Julio, funcionaba su empresa modelo. En ella se hilaba algodón, lino, y otras fibras vegetales. Se hacían las telas en telares industriales. Se teñían y luego salían de la fábrica listas para la venta. Todo ese hermoso sueño que logró Don Julio junto con su pueblo, se desmoronó por las torpes políticas económicas a las que nos tiene acostumbrados la Argentina. Apreciando todo esto, hecho por un hombre con decisión, ilusiones y esperanzas, ¿no podrán inspirarse en ello nuestros gobernantes para imitar actitudes tan constructivas?



El Caminito de la Flandria, de regreso. A la izquierda, el campo de Don Julio.



Otra vista, desde la entrada, del Parque Industrial Villa Flandria, donde actualmente funcionan muchas empresas. Estos terrenos eran de Don Julio y fueron cedidos por él para construir el emporio textil que llegó a tener. Basta un poco de imaginación para darse cuenta de la magnitud que tuvo la empresa textil de ese auténtico patriarca.



Para poder entrar en el Parque Industrial, es necesario pasar por este puesto de vigilancia, donde procuran proteger las instalaciones.



Cartel del Parque Industrial en el que se ve, a la izquierda y arriba, un edificio que es el museo donde están los telares que se usaron cuando Don Julio vivía. Creo que hay personas interesadas en reparar esas máquinas para volver a utilizarlas.


domingo, 4 de julio de 2010

Capilla del Señor - Museo del Periodismo Bonaerense

En 1871 se inicia la publicación en este pueblo del semanario "El Monitor de la Campaña", órgano difusor de los intereses rurales. Peródico pionero en la campaña, que se distribuía en más de treinta y seis poblados bonaerenses, obra del Preceptor Manuel Cruz y del ingeniero Carlos Lemeé. Tras la muerte de Cruz el peródico deja de publicarse en 1873.

Por los servicios prestados a la comunidad, los vecinos deciden donar a la viuda de Manuel Cruz esta vivienda, actual museo. La sala posterior alberga la imprenta "Marinoni" de origen francés con que se imprimió "El Monitor de la Campaña". El museo fue inaugurado el 14 de septiembre de 1972.



Fachada del Museo del Periodismo Bonaerense.



En el interior del Museo, después de las dos primeras salas, se ve el patio con su aljibe, y al fondo la gran sala donde se encuentra la imprenta con sus accesorios.



Esta máquina impresora llegó al pueblo el 19 de mayo de 1871 destinada a imprimir El Monitor de la Campaña, primer órgano defensor de los intereses rurales de la provincia, como ya he dicho. Se la recibió con cohetes y bombardas frente a la Plaza de la Concordia, hoy Plaza San Martín. En su adquisición intervinieron las ilustres personalidades don Ángel Justiniano Carranza, don Marcos Sastre, don Martín Coronado y don Pedro Quiroga.
Aparte del histórico periódico, uno de los primeros de la provincia de Buenos Aires, de esta impresora salió el primer libro editado en la campaña: Alfabeto Moral de la Juventud Argentina de don José Feliciano Cruz, un maestro rural con 40 años de acción en la zona; Nuevo Arte de Domar Caballos de don J. S. Ravey; y Catecismo, del Padre Astete, que en número de 3.000 se distribuyó en la parroquia. La impresora de El Monitor de la Campaña, fabricada por los talleres Marinoni de París, recorrió durante casi 100 años la República Argentina, sembrando ideas. Ha sido rescatada por la Municipalidad, el 13 de septiembre de 1968, por el testimonio que representa en la historia de este pueblo.



Linotipo de la imprenta.



Otra fotografía de la imprenta Marinoni.



Gran prensa de la Marinoni.



Uno de mis hijos, cuya estatura supera el metro ochenta, al lado de la inmensa rueda que había que hacer girar para que la Marinoni imprimiera.



Afiche que destaca el primer libro editado en la provincia de Buenos Aires: El Alfabeto Moral

Capilla del Señor - Plaza San Martín

Plaza San Martín, de Capilla del Señor.

En tiempos de la colonia, donde hoy está la plaza, estaba el cementerio. Era costumbre que el camposanto estuviera frente al templo. Con el correr de los años, luego de creado el nuevo cementerio, y ya libre de sepulcros y cruces, este predio se convirtió en un terreno baldío surcado por senderos, hasta que se decidió transformarlo en paseo público.

sábado, 3 de julio de 2010

Capilla del Señor - Pueblo Histórico

Francisco Casco de Mendoza, primero de su familia en establecerse en el pago de la cañada que daría nombre al partido, hizo construir en una de sus estancias una capilla para su devoción privada, en el primer tercio del siglo XVIII.

Por aquellos días, el Obispado de Buenos Aires, en atención a un aumento en la población de la campaña, había fundado varios curatos rurales, entre ellos el de Areco, que abarcaba los actuales distritos de Exaltación de la Cruz, San Antonio de Areco, San Andrés de Giles, Zárate y Campana. Dadas las distancias que debían recorrer algunos moradores del extenso curato, la jerarquía eclesiástica libró al culto público el oratorio de los Casco, elevándolo a la categoría de Viceparroquia. Esto sucedió el 14 de septiembre de 1735, día en que la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Cruz.

Con el correr de los años y la venta de los terrenos aledaños a la Viceparroquia, se inició la formación del primitivo caserío.

La nueva población recibió desde sus orígenes el nombre de Capilla del Señor. El Partido de Exaltación de la Cruz fue creado en 1784 con los límites de la Parroquia local, que incluía en su territorio los acutales distritos de Zárate y Campana.

Existen pueblos como Capilla del Señor, en los que a pesar de no haber sido escenario de hechos históricos de trascendencia nacional o no poseer obras arquitectónicas de relevancia monumental, constituyen ámbitos urbanos con significativa cohesión formal y cultural que los vuelven valiiosos referentes de la memoria regional.

El carácter histórico se debe, en particular, al hecho de que a través de una peculiar fusión de cultura y naturaleza, representa odos de vida y ambiente urbano, que testimonian la relación entre el pasado y el presente y son promesa de continuidad armónica en el futuro.

La integración con el campo contiguo, el haber perdurado los tipos arquitectónicos, la adecuada y paulatina agregación de nuevos elementos y la unidad del conjunto, hacen de Capilla un ejemplo relevante de las poblaciones pampeanas y en tal sentido adquiere escala nacional.

Por tal motivo, en 1994, el Poder Ejecutivo Nacional declaró a Capilla del Señor Bien de Interés Histórico Nacional.



Espesor de una de las paredes de la Oficina de Turismo de Capilla del Señor. Tiene 45 centímetros, algo absolutamente inusual e impensable en la actualidad por la gran cantidad de material que requería esa estructura y porque las modernas técnicas arquitectónicas prescinden de paredes de ese tipo.



Fuente y jardín del patio de la Oficina de Turismo.



Casa natal del Almirante Irizar







Arroyo de la Cruz




Arroyo de la Cruz



Sendero a la vera del Arroyo de la Cruz