¡Bienvenidos!

Imágenes, anécdotas y un poco de historia para elegir un pueblo donde ir

martes, 3 de mayo de 2011

Murió Ernesto Sabato

Me acerqué a Don Ernesto Sabato a través de su obra literaria, por comentarios de algunos de sus amigos y por gente con la que habló, y que me acercó relatos acerca de él.

Reconozco que le debo mucho porque me ayudó a conocer nuevos temas y formas de pensarlos, autores magníficos que de no haber sido por él creo que no hubiese conocido, cuentos apasionantes, novelas extrarodinarias. Me ayudó a modificarme para enriquecerme con ello. Es por todo esto que siento una enorme gratitud en relación con su persona. Hoy, a escasos tres días de su muerte, siento mucha pena por su partida y, al mismo tiempo, una necesidad imperiosa de escribir esta nota de agradecimiento por todo lo que hizo por mí, sin conocerme.

Prefiero rendirle un homenaje personal. Para homenajes y recordatorios adocenados les dejo la tranquera abierta a otros. Verdaderamente, soy un lector que le agradece que haya escrito y que haya permitido que la pequeña proporción de todo lo plasmado en el papel que llegó a publicarse, me haya llegado a mí. Leí con fruición todo lo que escribió, y no puedo menos que expresar un ¡Gracias, Maestro! cuando aún estoy conmocionado por su muerte.

Creo que sus últimos años de vida fueron muy difíciles. Hoy, 1 de mayo de 2012, se dice que el Maestro murió como consecuencia de una bronconeumonía. Lamento una vez más su desaparición física porque sigue vivo en mi memoria.

Don Ernesto modificó sus creencias a medida que se aproximaba su partida final. Después de haberse confesado agnóstico durante muchos años, comenzó a aceptar la posibilidad de la existencia de un alma inmortal. Como nadie vino a contarnos cómo es eso de morirse, nosotros continuamos ignorando todo respecto de la despedida final de este mundo, donde somos una chispa de luz entre dos oscuridades.

¡Gracias, Don Ernesto! por todo lo que pude descubrir en mí mismo debido a la lectura de sus obras.