
La pulpería es un lugar donde se venden diferentes géneros para el abasto. Además de la de Cacho, no sé si queda alguna otra abierta y funcionando como tal, en la Argentina. A las pulperías les siguieron los almacenes de ramos generales, luego se diversificó la venta al menudeo en verdulerías, carnicerías, tiendas para ropas, tiendas para venta de repuestos para automóviles, mercaditos, ferias, mercados, etcétera. Hoy en día, los supermercados están marcando un nuevo compás evolutivo.
Su construcción se remonta hacia 1830.
Tuvo varios propietarios hasta 1910; año en que, además de celebrarse en estas tierras el primer centenario de la liberación de la Corona española, toma posesión Salvador Pérez Méndez, abuelo de Roberto "Cacho" Di Catarina, el último pulpero, quien la adquiere en el año 1959, hasta el día de su fallecimiento el 26 de junio de 2009.
Varios personajes famosos frecuentaron este lugar, entre ellos Juan Moreira, de quien se conserva el pedido de captura original que data de agosto de 1868; a su vez, la pulpería fue el escenario de la filmación de algunos tramos de la película Don Segundo Sombra. "La Pulpera de Santa Lucía", otra película, también se filmó, en parte, aquí.
Así llegaban
Carretón para transporte de personas.
A caballo, en vehículos parecidos a este carretón, galeras, diligencias o simplemente a pié, llegaban las personas a la pulpería, hasta no hace muchos años.

Así llegan
En la actualidad, la gente va en automóviles, camionetas, 4x4, pick-up, etcétera, aunque también hay quienes lo hacen a caballo, en carro o en sulky, vehículos de tracción a sangre. Ya no llegan únicamente con los fines de antaño, sino también por querer saber cómo eran las auténticas pulperías tan mentadas.

Su exterior conserva la fachada intacta: paredes de ladrillo de la época, de 45 centímetros de espesor . En su interior el mobiliario; mostrador de estaño, estanterías, sus pisos de ladrillo, sus techos de tejuelas y tirantes, son originales. Fue declarada Patrimonio Histórico Municipal en el año 2004.
Vista de la galería de la pulpería de Cacho, que da a la calle principal, hoy ruta asfaltada.

Fachada derecha de la pulpería, que da a una calle aún de tierra.
Gran parte del escrito que antecede, es copia del cartel que está a unos metros de la Pulpería, redactado en la Dirección de Turismo de la Municipalidad de Mercedes.
Interior de la pulpería
Video en el que se puede apreciar el interior.
En el frasco de vidrio, transparente, que está abajo y a la izquierda, hay un cerdo teratológico (monstruito), recién nacido, que tenía cinco patas. El mismo frasco, con el mismo cerdo, se puede ver en otra fotografía.

Estantería original de la pulpería con sus porrones de ginebra hechos con barro y otros con vidrio. Ya era famosa, en esos tiempos, la ginebra marca Bols, que aún hoy se vende.

En esta foto se ven diversos parroquianos y, lejos a la derecha está el habitual guitarrero viejo o viejo guitarrero, que no es lo mismo. Guitarrero viejo alude más al envejecimiento del guitarrero. Viejo guitarrero se refiere más a que el hombre lleva mucho tiempo dedicado al oficio, aunque no sea viejo. A veces ocurren las dos cosas, otras no. En ese momento, se escuchaban los acordes del vals "La pulpera de Santa Lucía".

Foto tomada desde la parte posterior de la pulpería hacia la entrada.

En la imagen siguiente se puede apreciar muy bien por qué las pulperías eran lugares donde la gente se abastecía de todo aquello que necesitaba, en este caso y en el siglo XXI, se ven, fundamentalmente, alimentos.

Vieja estufa a leña, utliizada en la pulpería para calefaccionar el lugar. Contaba con un buen tiraje al exterior, y a los cuatro vientos, por lo que aquí los accidentes por intoxicación con monóxido de carbono deben de haber sido muy poco frecuentes.

Parte posterior del interior de la pulpería. Puerta trasera de la pulpería. Ignoro si daba a una habitación o si lo hacía directamente al exterior.

Orden de captura original, dictada contra Juan Moreira.

Juan Moreira fue un gaucho argentino. Nació en San José de Flores (hoy barrio capitalino de Flores) y vivió desde niño en el de La Matanza (hoy conurbano bonaerense). Su fecha de nacimiento es desconocida. Su vida estuvo llena de injusticias y se la ha considerado como representativa de las sufridas por el gaucho argentino, injusticias que lo llevarían a la muerte en abril de 1874, en Lobos.
Durante cerca de treinta años Moreira llevó una vida tranquila, dedicando su tiempo al trabajo rural hasta conseguir su propio rancho. Juntó unas cuantas cabezas de ganado vacuno y algunas hectáreas de campo que destinó a la siembra. Con el producto de esa actividad vivía.
Era una hombre alto y fornido, rubio, de ojos claros, que a esa edad tomaba poco alcohol (el alcoholismo es la adicción más frecuente, desde aquellas épocas hasta la actualidad, en la Argentina) y no frecuentaba asiduamente las pulperías; tenía buenos modales y era habilidoso con la guitarra, motivo por el cual era bien visto por "la Vicenta", de quien se enamoró y con quien se casó, contando con el pleno consentimiento del padre de Vicenta, un hombre muy respetado.
El casamiento con Vicenta sería el inicio de todos sus problemas ya que el Teniente Alcalde de la zona –conocido como Don Francisco- también estaba enamorado de ella y empezó a perseguirlo acusándole de hechos injustificables. La primera multa que recibió de Don Francisco fue por la fiesta de la noche de bodas, realizada sin la autorización del Teniente Alcalde, por lo que tuvo que pagar 500 pesos.
En aquel momento Moreira le había prestado a Sardetti, el almacenero del pueblo, unos 10.000 pesos que éste usaría para la compra de frutos del país; Sardetti no devolvía lo prestado por lo que Moreira –sin documentación que lo avalara- presentó la denuncia ante el Teniente Alcalde. No se sabe con certeza si Sardetti y Don Francisco se habían puesto en acuerdo, pero Sardetti negó la deuda y Moreira fue castigado con 48 horas de "cepo" (detención y tortura en la que al reo se le colocaba el cuello y ambos brazos en medio de dos maderas agujereadas para tal fin) acusado de reclamar lo que no era suyo. Moreira, indignado por la situación, le juró a Sardetti una puñalada por cada mil pesos que le debía. Cumplió su promesa en un duelo a cuchillo en el propio almacén de Sardetti y a su regreso tuvo que pelear en su rancho contra Don Francisco y cuatro soldados que estaban allí para aprehenderlo. En el enfrentamiento Don Francisco y dos soldados resultaron muertos.
Fue a partir de este momento cuando empezó a ganar fama en la región. De este modo tuvo más peleas, las que siguió ganando, y muchas de las cuales eran desafíos de otros gauchos que querían probar su propia destreza. Con el tiempo empezó a trabajar como guardaespaldas de políticos a cambio de "limpiar su nombre", promesa que nunca fue cumplida. Fue guardaespaldas de Adolfo Alsina quien, se dice, le dispensó bastante buen trato.
Moreira tenía sólo un caballo bayo, un pequeño perro llamado "Cacique", un poncho, un facón (característico por su tamaño y la forma en C de su guardamonte) y dos trabucos. Siempre dormía a cielo abierto con su perro "Cacique" que le servía de guardián y jamás desensillaba por si tenía que escapar. Recorrió las ciudades de Navarro, Las Heras, Lobos, 25 de Mayo y pasó algún tiempo en las tolderías del Cacique Coliqueo (hoy, Los Toldos, partido de General Viamonte). A su regreso, continuó su vida errante enfrentándose a numerosas partidas policiales y trabándose en combates desiguales de los que siempre salió airoso. Y como a perro flaco no le faltan pulgas, a esa altura, se dice, se había "enviciado" en la práctica de matar por lo que hay quienes sospechan que fue uno de los primeros asesinos seriales del país. Se tornó pendenciero, provocador e incluso, ladrón.
En abril de 1874 el juez de paz de Lobos, Casimiro Villamayor, por orden de Mariano Acosta, gobernador de la provincia de Buenos Aires, envía a 25 hombres que, al mando del comandante Bosch perteneciente a la policía de Buenos Aires, lo rodean en el almacén y pulpería "La Estrella", ubicado en lo que hoy es el Sanatorio Lobos en la intersección de las calles Chacabuco y Cardoner. Juan Moreira peleó con todas sus fuerzas pero justo cuando estaba a punto de saltar la pared que se interponía entre los policías y su caballo fue herido por la bayoneta del sargento Chirino, quien le perforó el pulmón izquierdo. Sin embargo, Moreira alcanzó a disparar su trabuco hiriendo en el rostro a Chirino quien como consecuencia de ello, perdió un ojo; Moreira cayó pero logró levantarse y herir a Eulogio Varela muriendo casi enseguida, después de dos vómitos de sangre, convirtiéndose de ese modo en una leyenda y uno de los personajes más conocidos de la historia popular Argentina.
Moreira dejó un hijo, de igual nombre, y a su amada mujer. Sus restos mortales se encuentran en el cementerio de Lobos. Sin embargo, se pueden apreciar algunos efectos personales, como dagas, y también su cráneo, en el Museo Juan Domingo Perón, sito en la misma ciudad. Su padre fue el feroz mazorquero (miembro de la mazorca, que era el nombre dado a la Sociedad Popular Restauradora, organización que apoyaba al Gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas) José Custodio Moreira, un español que también integró el Cuerpo de Serenos, conocido por su crueldad y falta de piedad. Convertido en un estorbo por sus abusos y crímenes, el mismo Rosas le entregó un día un sobre cerrado con la orden de que le fuera entregado al oficial Antonino Reyes comandante de los cuarteles de Santos Lugares. El sobre contenía la orden de ajusticiar inmediatamente al portador, disposición que se cumplió en el acto. De la madre de Juan Moreira, doña Ventura, poco es lo que se sabe, salvo que intentó criar a su hijo lo mejor que pudo.
Más que por la biografía sustentada en documentos fehacientes, a Moreira se lo conoce por la Carta sobre Juan Moreira, escrito de Eduardo Gutiérrez, que fue el primero que hizo conocer la figura casi mítica de Juan Moreira a través de sus relatos en el diario La Patria Argentina. En esta carta, un tal Julio Llanos, le hace conocer dos episodios desconocidos por el escritor y que yo también desconozco.